por Ene 25, 2021

Cómo escribir en primera persona

Consejos y ejemplos para escribir historias de primera persona

Consejos para escribir en primera persona

Todos, de manera natural, podemos aprender a cómo escribir una historia en primera persona. Y eso es porque estamos constantemente contando historias en esta particular y personal voz.

La primera persona es la manera más natural y directa de contar historias, ya que es como normalmente transmitimos en la vida diaria nuestras vivencias. Contamos desde nuestras propia perspectiva: «Jamás adivinarás lo que me pasó el otro día», «Cuando me he levantado sentí un dolor punzante en la espalda», «Hoy ha sido un día de lo más perturbador.»

Pero aunque todos sabemos emplear esta narrativa natural, cercana e informal, muchos escritores se acaban atascando cuando intentan transmitir la voz de sus protagonista desde esta perspectiva.

En este artículo quiero compartir contigo ocho consejos que te enseñarán a cómo escribir una historia en primera persona, una de las herramientas narrativas más potentes que existen para conectar con el lector de manera personal.

  1. Tu voz VS La voz del protagonista
  2. Adéntrate en las entrañas del protagonista
  3. Cuenta la historia tal como lo haría el/la protagonista
  4. Su primera frase debe atraparte
  5. Muestra sin filtros
  6. El síndrome del Yo-Yo, o cómo NO escribir una historia en primera persona
  7. Explora las infinitas posibilidades de la primera persona
  8. Jamás limites las historias que puedes contar

1. Tu voz Vs La voz del protagonista a la hora de escribir en primera persona

Es muy fácil confundir estos dos términos intrínsecamente relacionados pero que acaban teniendo aplicaciones prácticas diferentes. En mi artículo «Encuentra tu voz y la de tus personajes» lo explico en más detalle, pero resumiéndolo rápidamente se diferencia de la siguiente manera:

·La voz del escritor es el estilo narrativo que te define como autor. Llámalo como quieras: actitud, alma, esencia. Pero se podría concretar en la manera en que estructuras tus frases, en las metáforas que empleas, en la entonación que utilizas, en la puntuación que escoges. Dicho de otra forma: son aquellas características que te definen como escritor y que se reconoce en todas tus obras por muy dispares que sean en historia y temática.

·Por otro lado, la voz del protagonista es la voz particular de esa historia específica. Cada historia tiene su propia voz inimitable (si no se haría repetitivo). Y la manera en que se expresa está condicionada por factores que no están vinculados necesariamente con tu voz de escritor. Dicho de otra manera: la voz del protagonista es intransferible e intrínseca a la historia que estás contando.

Con esta distinción quiero expresar que para contar una historia en primera persona es mucho más importante conocer la voz del protagonista que la del escritor. Tu estilo narrativo se verá reflejado de manera consciente o inconsciente, eso es inevitable, pero por eso es más importante tener claro QUIÉN está contando la historia y cuál es su voz.

Algo aparentemente obvio pero importante: Cuando cuentas una historia en primera persona, quien acaba hablando es el protagonista. Y por tanto tiene que ser el personaje más importante e interesante para narrar dicha historia. Si escribes una historia y hay otro personaje que capta más tu interés, quizás ese sea el protagonista y no el que creías desde un principio. Explora tus posibilidades. Explora tus personajes.

2. Adéntrate en las entrañas del protagonista para aprender a cómo escribir en primera persona

Quizás sea una manera muy grotesca de expresar este punto, pero dejad que me explique. Las historias son una de las herramientas de empatía más poderosas que tenemos los seres humanos. Y las historias en primera persona son las historias que acarrean más autoridad y poder de empatía. Si el lector conecta con el protagonista en primera persona sus reacciones suelen ser mucho más fuertes y viscerales, pues sienten que son ellos mismos quiénes están viviendo las experiencias descritas, da igual que sean ficticias.

No escribas sobre un personaje, escribe dentro de un personaje – Chuck Palahniuk

Por eso, para poder contar una historia potente en primera persona lo más importante de todo es adentrarte en las entrañas del protagonista. En lo más profundo de su ser. En aquello que le define.

Y para llegar a entender en profundidad a una persona, no debemos preguntarnos solamente lo superficial y trivial (que tampoco es malo). Tenemos que sentir que están vivos y que tienen una vida y una historia que contarnos. Estas son las tres preguntas que me hago para conocer a un protagonista y descubrir y entender su voz:

  • ¿Cuál ha sido el momento más doloroso de su vida?
  • ¿Cuál ha sido el momento más feliz de su vida?
  • ¿Cuáles son sus sueños y aspiraciones?

Una vez consigues responder estas preguntas serás capaz de responder a las siguientes que te vayas planteando. Cuando consigas conocer a un personaje y los momentos en su vida que le han definido, será mucho más fácil empatizar con él y aprenderás a cómo contar su historia en primera persona con mucha más soltura y naturalidad.

Puedes encontrar más consejos relacionados con la creación de personajes en mi artículo «Cómo crear un persona principal: definiendo al protagonista»

3. Cuenta la historia tal como lo haría el/la protagonista

Cuando contamos una historia en primera persona tenemos que hacerlo tal como lo haría el protagonista. Es decir: una vez nos metemos en su piel, todo lo que contemos a partir de ahora tiene que ser acorde a quién es.

Cuenta su historia tal como lo haría el protagonista. Con sus palabras, no las tuyas. Eres el transmisor de su historia. No escribas como un escritor, escribe como aquel que cuenta una historia. Recuerda, tu voz como escritor es invisible, es la voz de tu protagonista la que tiene que brillar con luz propia.

Pongo unos ejemplos: Si tu protagonista ha vivido toda su vida en el mar y lo ama con locura, ¿no sería extraño que no empleara comparaciones relacionadas con ese estilo de vida? O si tu protagonista es un soldado que ha sufrido una herida de guerra y tiene síndrome post traumático, lo lógico sería que su manera de hablar y describir estuviera conectado con la dureza de su experiencia.

Nuestras vivencias definen la manera en que nos expresamos. Y pasa exactamente igual con nuestros protagonistas. Cuando cuentas algo en tercera persona te puedes tomar más libertades a la hora de expresarte, pero cuando es en primera persona tiene que existir una concordancia entre quién es el protagonista y cómo se expresa.

Un ejemplo clásico: «El guardián entre el centeno» de J.D. Salinger. El protagonista, Holden Caulfield, es un adolescente rebelde que cree que todo el mundo le deprescia y está en su contra. En consecuencia, su lenguaje es uno directo y sin tapujos, de constante queja y comparaciones, de insultar al mundo allí por donde va, de ver con los ojos de quien se siente fracasado y juzgado. Toda la historia está teñida por su visión, su voz es potente como un cañón, y por eso tantos lectores se han sentido con tanta fuerza en la piel del protagonista.

4. Su primera frase debe atraparte: Ejemplos de cómo escribir en primera persona

Al principio del artículo comentaba que cuando contamos una historia a los demás solemos intentar empezar con una frase que llame la atención de nuestro siempre distraído público. Buscamos actívamente las palabras que capten el interés y atrapen enseguida para que podamos relatar nuestras experiencias. Con una voz en primera persona ocurre lo mismo, pero tiene incluso más importancia, ya que sólo disponemos de nuestras palabras (sin apoyo de lenguaje corporal, entonación, gestos etc.)

La primera frase del protagonista debe atraparnos. La primera frase tiene que ser el pistoletazo de salida que impulse la historia hacia adelante. Una frase que no impacte es un comienzo débil. Una frase que te atrapa, que evoca, que choca ya consigue un interés en el lector.

Y no es raro que los autores «escuchen» esta primera frase y enseguida se pongan a escribir impulsados por saber quién está detrás de estas palabras. Pongamos algunos ejemplos de excelentes primeras frases de historias en primeras personas:

  • «Todo esto sucedió, más o menos» (Matadero Cinco – Kurt Vonnegut)
  • «¡Hola! Me llamo Nao y soy un ser del tiempo. ¿Sabes lo que es un ser del tiempo? Bueno, si me das un momento, te lo contaré» (A tale for the time being – Ruth Ozeki)
  • «Llegamos con las tripas llenas. Doloridas. El vientre negro, cargado de agua oscura y fría, y de rayos y truenos.» (Canto yo y la montaña baila – Irene Solà
  • «¿Y que tal una tetera? ¿Y si el pitorro se abriera cuando el vapor saliera, para que así funcionara como boca, y pudiera entonar bellas melodías, o recitar Shakespere, o simplemente reírse conmigo?» (Tan fuerte, tan cerca – Jonathan Safran Foer)
  • «»Fórjame un cuchillo’ le pedí a mi abuela con las manos llenas de sangre y los ojos aguamarina brillando. Acababa de asesinar a los míos» (El Abandono – Daniel Badosa Moriyama)

Escucha atentamente a tu protagonista. Tiene algo que contarte. Sólo tienes que esperar a que te hable. Y cuanto más le conozcas, más claro te hablará. Y en cuanto menos te lo esperes, esa primera frase te llegará, y su historia dará comienzo. Este es el consejo más esencial para aprender a cómo escribir una historia en primera persona: ESCUCHA.

5. Muestra sin filtros

El mantra del escritor «muéstralo, no lo cuentes» es uno que se aplica especialmente a cuando contamos una historia en primera persona. Es muy fácil caer en la trampa de sentir que tienes que contar y describir constantemente lo que el protagonista siente, piensa y mira. Pero irónicamente, cuanto más intentas describir más acabas alejando al lector de esa experiencia personal de vivir la historia en verdadera persona. Muestra lo que ve el personaje, no al personaje viendo algo. Hay una sutil pero importante diferencia.

Os pongo tres consejos y ejemplos para aplicar en vuestras historias en primera persona:

  • Expresa directamente lo que siente y percibe el protagonista. No utilices al protagonista como si fuera una cámara que mueves a voluntad para sólo describir lo que ve. No es lo mismo escribir «Al levantar la mirada sentí asco al ver las paredes que estaban llenas de espeluznantes arañas que se movían como pelusas nerviosas. » que escribir «Al alzar la mirada un escalofrío recorrió mi cuerpo: las paredes estaban repletas de arañas que reptaban como pelusas nerviosas.»
  • Evita lo máximo que puedas los verbos «pensar», «sentir» y «vi». Aunque siempre es tentador utilizar estos verbos, su uso constante aleja al lector de la experiencia personal. Elimínalos y busca el verdadero núcleo de la frase que quieres transmitir. Expresa sus emociones, pensamientos y visiones a través de sus palabras pero sin decirlo directamente. Confía en tu lector. No es lo mismo escribir «Cuando se acercó Jessica sentí mucho amor por ella. Pensé que la vida tendría más sentido si estuviera junto a ella» que escribir «Cuando se acercó Jessica mi estómago explotó en una nube de colores. La vida tendría más sentido si estuviera junto a ella.»
  • Las frases largas entorpecen la narración. Este punto puede ser debatible, pero en general cuanto más largas son las frases en primera persona (y en general en prosa) más fácil es que el lector se acabe perdiendo y no conecte con lo que ha leído. Mantén la atención, el ritmo y la acción con frases concisas. No es lo mismo decir «Por si fuera poco, encima que nadie me hizo caso en el día de mi cumpleaños, después encima nadie tuvo la decencia de pedirme perdón» que escribir «Nadie me hizo caso en mi cumpleaños. Nadie me pidió perdón. ¿Qué sería lo siguiente?»

6. El síndrome del Yo-Yo, o cómo NO escribir una historia en primera persona

El síndrome del Yo-yo es esa imperiosa pero errónea necesidad de tener que utilizar en cada una de tus frases el pronombre «yo.» De nuevo se trata de una trampa narrativa. Creemos que por emplear la palabra «yo» muchas veces el lector va a sentir en todo momento que está viviendo la perspectiva del protagonista. Pero consigue todo lo contrario: aleja y distrae al lector

Para una verdadera experiencia en primera persona tenemos que evitar recordar al lector que está leyendo a un autor y no a un personaje. Y para conseguir esto se empieza con algo tan sencillo como evitar a toda costa la palabra «yo» cada vez que empiezas una oración.

Este es un ejemplo descuidado de primera persona: «Yo era consciente de que no todo podía salir bien. Yo tampoco quería que los eventos recientes hubieran terminado así, pero es lo que me ha tocado vivir.»

Y este sería el ejemplo corregido, más acorde a lo que queremos conseguir: «Era consciente de que no todo podía salir bien. Tampoco deseaba que los eventos recientes hubieran terminado así, pero es lo que ha tocado vivir.»

Este principio se aplica en general a todos los pronombres personales (yo, me, conmigo) al igual que los pronombres posesivos (mío, mía). Y aunque es casi imposible eliminarlos todos, es recomendable ser consciente que cuanto más los utilicemos más vamos a contaminar esa experiencia en primera persona.

7. Explora las ilimitadas posibilidades de escribir historias en primera persona

La primera persona es una de las voces más versátiles en la literatura. Su uso se extiende a lo largo de las eras, y sus distintas aplicaciones nos demuestran el amplio abanico de historias que se pueden contar. Por ello, cuando pienses en escribir en primera persona, expande tus horizontes y explora sus ilimitadas posibilidades.

Aquí te dejo con algunos consejos y ejemplos de la infinidad de historias que puedes contar en primera persona:

7.1. El tiempo verbal a la hora de escribir en primera persona: pasado o presente

En general cuando contamos una historia lo hacemos como algo que ya hemos vivido. Esta suele ser la opción más utilizada en la primera persona, ya que el protagonista puede ver con introspección lo que ha vivido. Pero también podemos utilizar en el presente simple como si estuviera pasando en el momento y sentir que estamos viviendo la experiencia al mismo tiempo que el protagonista. Y no es descabellado mezclar ambos, utilizando el tiempo pasado para contar flashbacks o recuerdos y el presente para hacer avanzar la trama. Lo que debes de tener claro desde el principio es en que tiempo verbal quieres escribir, ya que eso también te ayudará a definir el tono de la historia y la voz del protagonista. Un ejemplo clásico es «El Club de la lucha» donde se alterna entre pasado y presente para crear un ritmo frenético, variado e imparable.

7.2. El nivel de omnisciencia del protagonista

¿Cuánto sabe y conoce tu narrador de lo que ocurre a su alrededor? En general las historias en primera persona suelen ser limitadas en cuanto a perspectiva, es decir, que sólo sabe lo que está viviendo ya que no hay un narrador omnisciente que sepa todo lo que ocurre en la cabeza de los demás. Pero se puede experimentar con el nivel de omnisciencia, como puede ser en el caso de «La ladrona de libros» de Markus Zusak, cuyo narrador es la muerte misma. Y aunque es en primera persona, la muerte sabe mucho más que cualquier humano y otorga una visión mucho más completa de los hechos y personajes.

7.3. El género epistolar

El recurso de contar historias a través de cartas es uno antiguo y de gran interés. Limita la perspectiva y le da un carácter muy real a las palabras leídas. Se puede jugar incluso con el intercambio de cartas como en «Griffin y Sabine» de Nick Bantock, donde dos personajes se intercambian bellas postales para aprender mágicamente el uno del otro. «Frankenstein» de Mary Shelley también es otra archiconocida obra que se olvida a menudo que entra en el género epistolar. Las historias contadas en formato diario también serían consideradas epistolares. Este tipo de técnica crea una ilusión de realidad muy potente que se debe aprovechar para atrapar al lector.

7.4. El narrador testigo o «apostólico»

¿Y si no fuera el mismo protagonista quien contara su historia sino un tercero, un espectador, o un testigo? Uno de los ejemplos más populares es «Sherlock Holmes» de Arthur Conan Doyle, que narra los misterios a través de los ojos de Watson y no del detective Sherlock. Este tipo de historias están contadas desde perspectivas externas a la del protagonista dotan a los eventos de un aire de misterio que tiene que ser revelado. Además dotan a la historia de una nueva profundidad al recibir la historia de otra persona que no es el mismo protagonista.

7.5. La primera persona en plural

Aumentemos el nivel de experimentación. ¿Y si en vez de la primera persona en singular fuera en plural, como si fuera un colectivo entero quien contara una historia? Este es el caso de la novela corta «El buda en el ático» de Julie Otsuke, cuya voz protagonista es la de un grupo de mujeres japonesas que van a Estados Unidos por primera vez en los años 30. Precaución: este tipo de formato funciona mejor en narrativas breves como historias cortas o noveletas, pues en trabajos más extensos puede llegar a cansar.

7.6. La metanarrativa de la primera persona

Juega con la metanarrativa de las historias. ¿Es tu personaje consciente de que está contando una historia? ¿A quién se la está contando? ¿Al lector como un ente invisible, o a alguien en concreto? En «Las ventajas de ser un marginado» el narrador escribe cartas al lector, sin saber quién las ha encontrado pero consciente de ello. Y en la novela «En la tierra somos fugazmente grandiosos» de Ocean Vuong, el narrador habla directamente a su madre como público principal. O en «La vida de Pi» de Yann Martel, donde un autor ficticio escribe un libro que a su vez cuenta la historia del protagonista en primera persona.

O quizás, solo quizás, el narrador no es tan de fiar como puede parecer desde un principio. Y cuanto más lees lo que cuenta, más te fijas en sus contradicciones y más destapas sus mentiras. Este es el caso de «Crónica del asesino de reyes» de Patrick Rothfuss, que deja al lector (todavía) preguntándose si el protagonista está contando los hechos tal como sucedieron o los está manipulando a su antojo. O en «La naranja mecánica» de Anthony Burguess, con ese protagonista icónico del que no te puedes fiar pero que le acompañas durante toda su violenta historia.

Como dicen muchos autores, para aprender a escribir hay que hacer dos cosas: leer y escribir. Leer es inhalar, escribir es exhalar (como dice David Mitchell). Por ello, lee todo tipo de historias en primera persona y a la vez intenta escribir todo tipo de historias en este increíble y versátil formato.

8. Jamás limites las historias que puedes contar

Como ves, las posibilidades de la primera persona son infinitas. Y por ello te recomiendo encarecidamente que no sólo escribas sobre personajes «buenos» y cuyas vivencias conozcas porque tu mismo las has vivido.

La gran magia de este tipo de narrativa es que puedes meterte en la piel de toda clase de personajes. No hay fronteras. Puedes contar historias desde el punto de vista de un criminal o en la de alguien de dudosa moralidad. Puedes contar historias desde la perspectiva de un niño gamberro e inocente de cinco años o desde la de un ser primigenio, mágico y arcano. Puedes explorar explorar oficios de los cuales nunca has trabajo o desconoces pero que llaman tu atención (enterrador, cultivador de miel, buscador de oro). O puedes incluso ser un personaje que no es humano (una nube, una planta, un alienígena). Aprende de otros en internet y conoce gente interesante en persona. Así es como se encuentran voces interesantes.

No utilices la primera persona como un diario personal. Eso está bien para empezar, pero luego debes explorar a toda clase de personajes. Dentro de ti hay legión de voces. Están ahí, esperándote. Sólo tienes que escucharles y contar lo que te dicen.

Y si eres capaz de contar la vida de personajes que no sean afines de ti y conectar con ellos, da por seguro que el lector también lo conseguirá.

Espero que este artículo os haya servido para aprender a cómo escribir una historia en primera persona. Nos vemos en el siguiente artículo. Hasta entonces, pase lo que pase, sigue escribiendo.

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