Cinco lecciones que aprendí de los errores de mi primera novela
Cometí muchos errores cuando escribí mi primera novela autopublicada. Se titulaba «La inscripción de la puerta», y aunque estaba orgulloso de haberla acabado, con el tiempo me di cuenta de los muchos errores básicos que tenía.
Ilustración de la portada: Arttu Illomäki
Yo me lancé directamente a escribir sin tener apenas conocimientos previos de teoría narrativa y la verdad es que me habrían venido muy bien algunos consejos básicos de escritura. En este artículo quiero compartir contigo los errores básicos que aprendí de mi primera novela y que puedes evitar al escribir tu libro.
- La motivación de la protagonista era débil
- Había demasiadas descripciones
- Los diálogos estaban vacíos
- No reescribí lo suficiente
- Pensé que iba a ser mi obra maestra
1. La motivación de la protagonista era débil
La protagonista de mi libro se llamaba Miyako Sato, una chica japonesa que nunca ha pisado su tierra natal y que decide ir porque no sabe qué hacer con su vida después de varios intentos fallidos de carreras universitarias.
Está claro que cuando escribí esto estaba yo también pasando por un periodo de incertidumbre en mi vida. Y no hay ningún problema en contar una historia que tenga que ver con encontrarte a ti mismo, pero eso puede ser un aspecto secundario de una motivación más sólida. Cuanto más fuerte y clara sea la motivación de tu protagonista más fácil será entenderle y seguirle en su viaje.
Sigue la máxima del escritor: “No lo cuentes, muéstralo.” Si tienes la posibilidad de mostrar las motivaciones, las emociones, los pensamientos internos de un personaje a través de sus acciones, hazlo.
Cuando leas un libro que te guste, hazte la pregunta “¿Cuál es la motivación del protagonista?” y verás aparecer una respuesta muy clara. Con tu libro pasa lo mismo, hazte esta pregunta para entender a tu protagonista. Si no eres capaz de responder con una motivación fuerte es que algo tiene que cambiar.
Por ejemplo, en este caso se podría cambiar que Miyako va a Japón porque quiere conocer a su familia japonesa que nunca ha visto antes y reconectar con sus raíces y lazos de sangre. Eso es muy distinto que el “no sabe qué hacer con su vida así que va a Japón”, es parecido pero cambia completamente el tono del libro.
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2. Había demasiadas descripciones
Uno de los errores más grandes que cometí con mi primera novela es que usé demasiado los adjetivos y de las descripciones. y este es un error que cometen muchísimos los escritores primerizos. Creemos que por explicar en dos páginas un personaje o una escena con todo lujo de detalles estamos creando una imagen clara. Pero la gran mayoría de las veces tiene el efecto contrario, ya que demasiados adjetivos y descripciones saturan y agobia al lector. Se nota además que lo estás intentando demasiado, queda forzado y no da espacio al lector a imaginar por cuenta propia.
Mi libro estaba plagado de estas descripciones interminables. A partir del capítulo tres Miyako es transportada a un mundo onírico y de fantasía inspirado en los videojuegos japoneses. Y aunque esto invita a muchas descripciones, en realidad lo mejor es ser lo más preciso posible y no meter más de la cuenta.
Hay que tener claro cuál es la imagen mental que quieres transmitir, y antes de ponerla sobre papel pregúntate: ¿Cuál es la manera más directa y efectiva de decirla? A partir de ahí estructura la frase de manera clara sin demasiadas vueltas, no seas pedante con las palabras pero tampoco te pases de simple y no añadas más adjetivos y adverbios de lo necesario.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero mil palabras no expresan necesariamente mejor que diez bien escritas. Uno de los mejores consejos que me dieron al principio es que leyera en voz alta lo que escribo, porque las palabras y las frases suenan muy distintas en nuestras cabezas que fuera. En cuanto salgan por tu boca enseguida te darás cuenta lo que funciona y lo que no.
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3. Los diálogos estaban vacíos
Como escritor, saber enfrentarse al diálogo es una parte esencial. Muchos escritores piensan que lo importante es la acción y la descripción, pero un buen diálogo es capaz de mover la historia con cada frase que se dice.
No se trata de crear diálogos “realistas” de cómo habla la gente. Lo que tiene que conseguir un buen diálogo es enseñarnos cómo son los personajes y lo que quieren. Y ahí es donde pecaba mi primer libro, tenía demasiados diálogos vacíos sin propósito para simplemente querer meter algo de conversación. Por eso muchas de las primeras críticas a mi libro es que Miyako era un personaje muy soso, y eso se debe no solo a la trama sino al diálogo que aportaba muy poco del personaje.
El diálogo es una oportunidad para conocer mejor a los personajes, sus motivaciones, sus pensamientos, sus historias, sus sentimientos. De nuevo es el momento para “mostrar y no explicar.” Por supuesto se puede caer en el pecado opuesto: soltar demasiada información importante de manera conveniente, usando la conversación como excusa barata para conseguirlo. El equilibrio es difícil de conseguir, pero si tienes en mente estos factores verás el diálogo con otros ojos y lo tratarás con el respeto que se merece.
4. No reescribí lo suficiente
Antes de empezar a escribir este libro tenía muy claro la estructura de la historia donde la protagonista iría a este otro mundo y viviría toda clase de aventuras llenas de fantasía. Pero cuanto más avanzaba me daba cuenta de que algo no encajaba. Era todo demasiado impersonal, no había nada que lo distinguiera de cualquier otra aventura y había algunos agujeros de guión bastantes importantes.
Este tipo de dudas y atascos son completamente normales y es parte del proceso de escritura. No es tanto un error a la hora de escribir tu novela, sino la actitud que tomas ante esta situación. Lo importante no es si te pasa o no, lo importante es lo que haces cuando sucede. Y lo que hay que hacer es reescribir cuando sientas que la historia no funciona.
Debería haber reescrito más, pero estaba tan obsesionado con querer terminar la historia que llevaba tanto tiempo escribiendo que la di por finalizada. Es muy fácil perder la motivación, pero dejar una historia a medias es lo peor que puedes hacer.
Aquí hay que distinguir el reescribir contenido o forma. A forma me refiero a la manera en cómo expresas tus palabras, y a contenido a lo que es la historia propiamente dicha. La forma se puede reescribir de manera infinita y eso es algo que hay que evitar (siempre habrá cosas que cambiar). Pero cambiar el contenido de la historia es algo que debes hacer si tanto tú y tus lectores de prueba sienten que algo no encaja.
No tengas miedo a volver a empezar. Escribir, al fin y al cabo, es reescribir. Te sorprendería saber la de veces que se reescribe un mismo manuscrito. Hay autores que reescriben un mismo libro quince veces, veinte o más veces.
Si sabes que algo no funciona realmente, cámbialo. Aunque tardes más tiempo y sea más difícil, haz que el libro consiga ser la mejor versión posible. Escucha a tu instinto de escritor.
Aquí algunos consejos para saber cómo editar y reescribir.
5. Pensé que iba a ser mi obra maestra
Incluso antes de empezar a escribir nos empezamos a formar ideas en la cabeza de que va a ser lo mejor jamás escrito y que tiene que ser perfecto para poder mostrar nuestra obra al mundo. Creemos que nuestro primer libro va a ser nuestra obra maestra, pero esto casi nunca sucede.
Pero hay que aceptar que tu primer libro va a ser mediocre como mucho. Es completamente normal que cometas muchos errores básicos cuando escribes tu primer libro, es justo lo que me pasó a mi. Pero lo importante no es el libro en sí, sino el esfuerzo que has puesto detrás que te ayudará a seguir escribiendo mejor. Si entendiéramos el proceso creativo como eso, como un proceso, no sufriríamos tanto al ver que nuestras obras no funcionan tan bien como creíamos.
“Done is better than perfect”; “lo acabado es mejor que lo perfecto”
Aunque ya no esté disponible le tengo mucho cariño a este libro por ser el primero en salir de mi cabeza y acabar impreso en papel para mostrar al mundo. Hay días que pienso en reescribirlo y reeditarlo, pero también sé que el libro es lo que es: un primer paso bien dado. Al final han sido los errores de mi primera novela los que me han enseñado a escribir mejor.
Para mí la esencia del libro se resume en una frase del actor Robin Williams que puse en la primera página del libro: “Sólo se te concede una chispa de locura en tu vida. No la pierdas.”
Escribir un libro es una locura, y más todavía lanzarlo al mundo. Pero es una buena locura y no debemos de perder esa temeridad a contar las historias que tenemos dentro. Así que acepta con orgullo ese libro embarazoso que has terminado y aprende de él para escribir mejor el siguiente.
Espero que hayas aprendido de los cinco errores básicos que cometí en mi primera novela.
Nos vemos en el siguiente artículo. Hasta entonces, pase lo que pase, sigue escribiendo.
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